Son variados los eventos que se pueden enriquecer con amenización musical: comidas, cenas, cócteles…; muchas las posibilidades de formaciones artísticas: un solo instrumento, grupo de cámara, grupo de jazz, grupo flamenco, cuarteto vocal de barbershop…; y muy numerosas las posibilidades de repertorio: música barroca, música clásica, jazz, soul, blues, rock, pop, flamenco, folk, bandas sonoras de películas, entre otras.

Una de las máximas de Deleitia es que nuestra aportación debe, por encima de cualquier otro objetivo, servir al evento del que participa. Esto exige que la planificación de la música esté totalmente supeditada a las características del acontecimiento, para así contribuir en todo lo posible a que éste sea un éxito. Y quizá sea en las amenizaciones musicales donde esto se haga más evidente, pues en estos casos el papel de los músicos es crear un ambiente agradable que relaje y haga sentirse a gusto a los presentes, sin tener en ningún momento un protagonismo tal como para atraer demasiada atención y dificultar la comunicación. Su función debe ser, de hecho, todo lo contrario: favorecer la actividad socializadora, y ser tanto soporte anímico para los que desean dialogar, como acompañamiento y distracción para los que no están conversando.

No obstante, y sin atentar contra lo mencionado, siempre procuramos que nuestra presencia suponga un atractivo evidente, tanto en lo sonoro como en lo estético, aprovechando así la ocasión para transmitir un mensaje de elegancia y buen gusto.